La pirámide de "jerarquía de necesidades" aplicada al diseño
Podemos utilizar la conocida pirámide de Maslow sobre las necesidades humanas y aplicar este diagrama a la jerarquía de requisitos que debe cumplir un proyecto de diseño. Veamos: funcionalidad, fiabilidad, usabilidad, habilidad y creatividad, o ¿el orden de estos elementos debería invertirse?.
La actividad del profesional del diseño se centra en resolver problemas a otros. Esos "otros" confían en un diseñador para que aporte una solución a una cuestión planteada previamente, normalmente expresada en un briefing.
Los problemas que pone sobre la mesa el cliente son a priori ajenos al diseñador. Acercarse a ellos y abordarlos requiere hacerlo con objetividad y con cierta distancia –que no quiere decir no implicarse– explorando, investigando y cuestionando los diferentes aspectos del planteamiento hecho por el cliente.
Es bastante habitual, por no decir que casi generalizada, la idea de que diseñar es una cuestión fundamentalmente de creatividad. Y siendo ésta muy importante, por supuesto, en el éxito de un diseño intervienen otros aspectos que son decisivos, y que además forman parte de un todo estratégico.
Elementos como la funcionalidad, la usabilidad o la fiabilidad, son además del componente estrictamente creativo, cuestiones que nos recuerdan a las necesidades o requisitos vitales del conocido diagrama creado por el psicólogo social Samuel Maslow en 1943.
La pirámide que muestra la “jerarquía de necesidades” clasificaba las necesidades humanas en cinco bloques:
1. Necesidades fisiológicas
2. Seguridad
3. Relaciones sociales
4. Reconocimiento
5. Autorealización
La pirámide se invierte si cambiamos el orden de prioridades en función de lo que necesitamos o de lo que queremos, y esto estará en relación directa con el entorno en el que el ser humano se desenvuelva.
Si trasladamos ese esquema de necesidades al terreno del proyecto de diseño, vemos que sus cinco aspectos básicos en la existencia de un trabajo o proyecto de diseño (funcionalidad, fiabilidad, usabilidad, habilidades y creatividad), al visualizarlo en un triángulo dividido en cinco franjas, representa también la magnitud de su importancia.
Funcionalidad. La razón de ser de un objeto o de una comunicación es que funcione, que llegue y que cumpla las expectativas del cliente y del usuario. Es decir, que debe de servir para lo que ha sido pensado.
Fiabilidad. Un diseño debe ser y parecer solvente además de inspirar confianza.
Usabilidad. El objetivo es que los destinatarios de un diseño puedan comenzar a usarlo inmediatamente –al clickear-, a utilizarlo recorriendo todas sus partes, con comodidad, ya que todas esas partes del diseño tienen sentido, coherencia y unidad.
Habilidad. Saber diseñar, llevar a cabo un proyecto de diseño requiere experiencia y conocimiento en el uso de las herramientas adecuadas para llevarlo a cabo.
Creatividad. Se trata de encontrar la solución para que todo encaje, conecte con el usuario potencial y le seduzca. Es la fase que requiere de la actitud más abierta y atrevida para buscar los repertorios visuales –formas, tipografías, colores, imágenes…- más adecuados para ese proyecto, teniendo siempre muy presente los condicionantes previos establecidos.
El trabajo estrictamente creativo no puede iniciarse mientras no sepamos exactamente lo que tenemos que hacer, con qué medios contamos, a quien va dirigido o cual va a ser su función.
Estos cinco criterios o necesidades que ha de cumplir un diseño de calidad, lo son –al igual que en la pirámide de Maslow– de forma jerárquica, es decir, que se van planteando a medida que se resuelven las anteriores. Así, la fiabilidad no se aborda sin haber planteado y resuelto anteriormente la cuestión de la funcionalidad del diseño. Y el trabajo estrictamente creativo no puede iniciarse mientras no sepamos exactamente el tipo de trabajo que tenemos que hacer con qué medios contamos, a quien va dirigido, cual va a ser su función...