Por qué debemos conocer la historia de la tipografía
Cuatro razones por las que debemos saber más sobre la historia de las letras y sus formas, sobre los caracteres y la tecnología con que fueron creados, pues nos puede ayudar a valorar las cualidades de una tipografía y sobre la composición de un texto a la hora de usarla para diseñar, editar y comunicar.
Algunos pensarán que es simplemente arqueologia. La realidad es que, salvo algunas excepciones, la tipografía y su historia no se ha enseñado ni se enseña en las escuelas de arte y de diseño de una forma lo suficientemente profunda, experimental e independiente.
Muchos se preguntarán por qué deberíamos estudiar con mayor profundidad la historia de la tipografía, cuando utilizamos tipos en nuestro trabajo de diseño y comunicación.
Aquí tienes cuatro razones que considero importantes en estos tiempos en que tenemos tantas opciones y tan inmediatas:
1. MODELOS HISTÓRICOS
Estudiar la forma de las letras está directamente relacionado con la tecnología utilizada para crearlas. La observación de modelos históricos, ya sean del Renacimiento o del siglo XVIII, por ejemplo, nos enseña que existen ciertas proporciones que resultan agradables formas tipográficas para ser leídas en bloques de texto según su legibilidad, y que son apropiadas para ciertos contenidos específicos.
Ahora tenemos disponibles familias de diferentes épocas históricas adaptadas digitalmente. Muchas de ellas siguen siendo excelentes como creación; pero depende del uso más o menos adecuado que le demos en nuestra comunicación. Por eso siempre viene bien conocer algo mejor su historia y sus bases.
2. FUNDAMENTOS DE FORMA Y DIBUJO
Aprendemos a la vez los fundamentos de la forma tipográfica y la herencia que el impresor o el diseñador compartían. Términos como leading, kerning, o espacio m, utilizados por el diseñador tipógrafo, provienen de la tradición y la adaptación de la tecnología del metal, o tipos móviles, hasta llegar a la tipografía digital en la que se han respetado las bases creadas a lo largo de la historia.
3. CONTENIDO, FORMA Y FUNCIÓN
Estos tres aspectos son inseparables en cualquier trabajo o proyecto de diseño y de comunicación. Hay que recordar que es algo que aprendemos de la buena tipografía: relacionar el contenido con la forma y la función.
Las mejores muestras y los más adecuados ejemplos, están basados en las ideas, organizadas con claridad y apropiadas al tema o al objeto de que se trate. Y es que la tipografía no está relacionada únicamente con su tecnología, sino, más bien, con su época, con su tiempo.
Puede influirnos Caslon, Bodoni, Garamond o William Morris, pero sería ridículo copiar o repetir miméticamente su trabajo. De la misma forma que no debemos dejarnos llevar por las últimas tendencias o diseños tipográficos que estén en el ambiente, de moda, triunfando... y adaptarlo al próximo trabajo que tengamos entre manos.
Sin una base cultural previa, sin conocer porqué utilizamos unos tipos y de qué forma, no podremos dar una buena respuesta. Por lo menos, no una respuesta suficientemente razonada.
4. VÍNCULOS CULTURALES
Es preciso aprender y comprobar por nosotros mismos que la historia de la tipografía está estrechamente relacionada con la historia del arte, de la arquitectura, del comercio, de la ciencia, de la literatura, de la tecnología o de la política.
La historia de la Imprenta y de la Tipografía es parte integral de la historia general de las civilización. Ha sido el principal vehículo de transmisión de las ideas durante los últimos cinco siglos. La comunicación tipográfica ha estado vinculada a la inmensa mayoría de las actividades humanas.
Familia Helvetica, diseñada en 1957 por Max Miedinger. |
En resumen, el estudio de la historia de los tipos nos permite reflejar y aplicar en nuestra función como comunicadores, las enseñanzas que aporta esa historia de la tipografía: cómo sugieren sus formas, su estética, sus tecnologías, su artesanía, el saber hacer de los que nos precedieron ademas de un aconsejable sentido crítico.
La Tipografía es el arte de planificar y dar forma a la información utilizando palabras, es decir el texto, el lenguaje escrito. Nuestros alfabetos han ido evolucionando desde los primeros trazos sistematizados hasta llegar a los antecedentes más directos, los fenicios, los griegos, los etruscos y los romanos.
Posteriormente los alfabetos se conservaron y evolucionaron en la Europa de la Edad Media gracias a los escribas, a los copistas y a los manuscritos de las Abadías, hasta los tipos móviles de Gutenberg y la llegada del Renacimiento. A partir de ahí y durante los cinco siglos siguientes se crearon las más importantes familias tipográficas, que han sido y son clasificadas en diferentes grupos, según sus épocas, formas y estilos (romanas antiguas, romanas de transición, romanas modernas, mecenas, lineales...)
Aspectos básicos de la tipografía, como la diferenciación entre mayúsculas y minúsculas, el espacio entre las palabras, los párrafos y la participación de sílabas o la interlinea, se han desarrollado a lo largo de los siglos. Es lo que se ha dado en llamar la microtipografía, o la tipografía del detalle.